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  • Luisa Ferss

#TheFoodieModel: El Balcón del Zócalo


Cuando regresé a México después de 7 meses en el extranjero, lo único que quería era UN BUEN GUACAMOLE. Por lo que Julio me llevó a “El Balcón del Zócalo”, un lugar exquisito en dónde me prepararon un guacamole ¡UFF! ¡Impresionante! Superó totalmente mis expectativas y con esa vista al zócalo de la ciudad de México, quedé fascinada. Obviamente tenía que regresar para contarles cada detalle de mi experiencia.

Siendo diciembre en la ciudad de México ya había bastante frío invernal y tráfico infernal. Llegué una hora antes que Julio y para calmar poquito mi frío y mi enojo comencé con una sopita de hongos con flor de calabaza. Súper rica, me hizo sentir en casa y en el Balcón del Zócalo, eso es lo que buscan. Platicando con Lalo, (Somelier y súper linda persona) me comentó que la idea al crear el restaurante era lograr un lugar en dónde se pudiera probar comida típica y tradicional mexicana un poco casera, con un toque aún más bueno y que a todos los mexicanos nos transportara a ciertos lugares, ciertos recuerdos y claro que los turistas conocieran una cocina mexicana auténtica.

Viendo el menú del Balcón del Zócalo ¡no sabía por dónde empezar!, pero viendo las ensaladas quedé enamorada de la combinación de los siguientes ingredientes, lean nada más: queso de cabra, manzana, semillas caramelizadas y aderezo de jamaica con miel de agave. OBVIO, se me hizo agua la boca y al llegar la ensalada quedé encantada ¡era un plato gigante y estaba buenísima! en verdad que soy súper amante de las ensaladas y ésta me dejó enamoradísima. Platicando con Pepe (El Chef), me confesó que se decepcionó cuando yo pedí ensalada por qué dice que él con una ensalada no se siente feliz ¡no inventes! yo le dije que yo estaba totalmente feliz, hasta me daba ganas de pedir un segundo plato igualito.

Cuando al fin se apareció Julio, también estaba indeciso por tantas delicias en el menú, así que se dejó guiar por Lalo y Pepe y se adentró en una experiencia de maridaje increíble. Mientras nos preparaban los platillos, pedimos un guacamole servido en la mesa ¡toda una experiencia!, el mejor guacamole que he probado ¡y eso que tenía chapulines! Yo creo que eso era el toque especial.

Lo primero que le pasaron fueron escamoles para taquear (los escamoles son algo así como el caviar mexicano, pero para ser específicos, es hueva de hormigas) tengo que confesar que ninguno había probado éste platillo el cuál nos encantó, éstos sabían como a mantequilla, muy suavecitos y el maridaje con la cerveza artesanal que le pasaron a Julio hacía que éste sabor se disfrutara aún más.

Después vinieron dos de mis platillos favoritos, unas albóndigas empanizadas rellenas de pescado buenísimas y unas tostadas de atún, en El Balcón del Zócalo quisieron darle su toque especial a éstas últimas agregando piña, aros de tempura de cebolla y lo más importante, el atún que utilizan es súper fresco y no hidrogenado, algo que sorprendentemente si se siente en el sabor.

El atardecer se iba acercando y la vista parecía que cada 5 minutos se hacía más bonita, así que sin prisas y disfrutando muchísimo de nuestra tarde decembrina, degustamos el exquisito plato fuerte, era una costilla de cerdo con verdolága que había tenído 7 horas de cocción, estaba servida en una reducción de salsa de tomatillo verde criollo ¡No saben! le dieron justo al clavo, Julio AMA la salsa de tomatillo verde criollo ¡y bueno! con esa carne tan suave era un platillo digno de estrellas michelín, esa delicia junto con la vista tan bonita, hacían el climax perfecto de nuestra bonita tarde.

Después de unas platicas súper padres y disfrutar del precioso paisaje, los cambios de color en el cielo y el encendido de las luces navideñas, pedimos unos carajillos y postres para cerrar con broche de oro. De nuevo Pepe y Lalo nos sorprendieron con buenísimas opciones. Primero nos dieron un parfait de yogurt con betabel ¡súper rico! algo que jamás había probado, pero que sin duda muero por comer de nuevo. Mi favorito fué un mousse de aguacate con crema de zapote negro y granizado de menta ¡WOW! ¿cómo se escucha eso no?, ¡estaba impresionantemente rico! ya tenía tiempo que me moría por probar un postre con aguacate y éste sin duda me dejó anonadada, nunca en mi vida había probado esa combinación de sabores. El último para el huequito fué un panna cotta de vainilla de Papantla con láminas de Pinole ¡buenísimo! y perfecto para la culminación de ésta increíble experiencia tanto turística como culinaria.

Si vienen al D.F no se pueden ir sin llegar al Balcón del Zócalo, a veces el ir al centro de la ciudad se escucha un poco pesado, pero vale la pena, se la van a pasar súper bien, es toda una experiencia, desde la bonita vista, el buen servicio, los sabores impresionantes, las parejas románticas tomando vino y disfrutando del paisaje urbano, un ambiente tan agradable y tan mexicano, que no vas a poder encontrar en otro lugar.

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